Club de Lectura: Las Horas Distantes de Kate Morton

 

¡¡Por fin!! ¡¡Ya era hora!!

 

Después de los últimos fracasos en mi elección de libros, por fin uno que ha merecido la pena! Claro que… jugaba sobre seguro. O, por lo menos, eso creía tras haber leído ya los otros dos libros de Kate Morton: La casa de Riverton y El jardín olvidado; y la verdad es que no me defraudó.

Pese a que Kate Morton prácticamente mantiene la misma estructura en todos sus libros en los que partiendo de un hecho, a veces “insignificante” como en este caso podría parecer la recepción de una carta que se echó al correo décadas antes, nos transporta al pasado para descubrir un misterio; pese a ello, no parece que se esté leyendo el mismo libro con diferentes personajes como ocurre con otros autores.

 

 

Cada uno de los tres libros nos lleva a un pasado diferente, a unos personajes diferentes y, sobre todo, a un misterio completamente diferente. Y lo que me ha gustado más de este libro es que en Las Horas Distantes no hay un solo misterio, sino que cada personaje que nos va presentando carga con su propio secreto, su propio misterio, que como siempre nos deja entrever poco a poco, pero nunca por completo hasta el final. Un final en el que todas las piezas encajan como en un puzle.

 

Secretos que están en el trasfondo de la relación de Edie Burchill con su madre por un lado y con su padre por el otro, en la relación de codependencia de las hermanas Blythe, en el peso de las convenciones sociales y la educación recibida por encima de la propia felicidad, el deseo de independencia frente al poder del deber, y por encima de todo del amor, el amor filial, el amor fraternal, el amor de pareja, …

 

Además de la trama, otra de las cosas que me ha gustado del libro es el estilo en que está escrito. Más que estilo, se podría hablar de estilos. No sólo el prólogo está escrito cual si de novela gótica se tratara, sino que hay una clara distinción de estilos que diferencian el presente del pasado. Sin embargo, a diferencia de lo que pudiera suponerse, cuando la historia se mantiene en el presente el estilo conserva una cierta atmosfera gótica, distante e irreal en ocasiones, mientras que el pasado parece ser más real, más “presente”, descrito con todo lujo de detalles como si de una obra de teatro se tratara.

 

 

Por poner un ejemplo, a mí en ocasiones me recordaba el estilo, la atmósfera de Rebeca de Daphne Du Maurier (¿no os recuerda la llegada de Edie a Milderhust Castle a Rebeca cuando principio del libro nos cuenta su sueño sobre su retorno a Manderley?) o de alguno de los  cuentos de Edgard Allan Poe, y en otras Eloísa está debajo de un almendro de Enrique Jardiel Poncela (la descripción de la escenografía, el ambiente de misterio).

 

No sé si me estoy explicando bien, supongo que quienes lo hayáis leído lo entenderéis, pero es que no quiero “explicarme” más para no desvelar nada del libro a quienes no lo hayan leído todavía y tengan la intención de hacerlo, je, je, je.

 

¿Lo único malo del libro? Pues que para uno que está muy bien, no sigue el que parece ser requisito imprescindible en todo libro que se publique hoy en día: tener un mínimo de 600 páginas y si ronda las 800 mejor que mejor, aunque para llenarlas haya que meter paja por todos los lados.

 

Claro que a lo mejor por eso está tan bien, porque en Las Horas Distantes no hay paja, no hay historias ni personajes prescindibles, todo tiene su sentido y su razón de ser y todo lleva a que las piezas encajen.

 

Una última cosita, ¿soy yo la única que se quedó con ganas de leer el cuento de La verdadera historia de el Hombre de Barro? Hubiera sido todo un detallazo que lo hubiera “añadido” como epílogo al libro, ¿no?

 

El próximo libro en #ClubdeLectura: Los Miserables de Victor Hugo. Espero vuestra participación y si queréis animaros a sugerir algún libro para leer y comentar…ya sabéis :-D

 

Besos!!!