ESTOY DE SORTEO,
APUNTATE AQUÍ
¿Cómo
es que un libro que tiene 240 páginas como es el caso de Brújulas que buscan sonrisas
perdidas de Albert Espinosa he tardado casi dos semanas en
leerlo mientras que otros con más, muchísimas más páginas lo llegado a terminar
en el mismo tiempo o menos?
Pues
porque hay libros que se leen rápido, unas veces porque la trama te engancha
tanto que le sacas minutos al día para avanzar en su lectura, otras porque el
ritmo del libro es muy ágil y te pide una lectura rápida, mientras que otros
libros son tan “fáciles” que no cuesta nada leerlos; cuando no porque hay tanta
prisa por terminarlos de una vez, de acabar con algo tan malo que nos saltamos
párrafos, y hasta páginas intentando averiguar cómo acaba y poder empezar con
el siguiente.
Pero
luego están los que se leen despacio, porque hay libros que están escritos de
tal forma que por mucho empeño que le pongas te hacen ir despacio: la estructura
de las frases/párrafos, el vocabulario, la misma trama con saltos en el tiempo
o de un personaje a otra, ….; o también los rollazos totales que ni saltando
páginas podemos avanzar con ellos (en este caso lo mejor es dejarlo, por mucho
que me cueste dejar un libro sin terminar por malo que sea).
Pero
luego están los que se leen despacio porque te obligas a ello para poder
disfrutar de su lectura, para captar todos los matices de la historia, para
asimilar la “moraleja” que conllevan. Esos que cuando finalmente los has
terminado, te da pena de que no haya más.
Y
Brújulas
que buscan sonrisas perdidas pertenece a este último grupo. Es un libro
con tanto significado, con tanto sentimiento y tanta “moraleja” que hasta los
títulos esconden una verdad que te hace pensar. Son casi como “sentencias” o mejor dicho reflexiones porque:
“La gente
vive tan veloz que a veces se va a dormir sin ninguna reflexión”.
Y
qué mejor reflexión para irse a dormir que alguno de los títulos de los
capítulos del libro:
Inspirar
olores de verano para superar los inviernos (cap. 2)
Puños cerrados
llenos de sonrisas abiertas (cap. 3)
Sacos de
patatas humanos que caminan, fuman y llevan complementos (cap. 6)
No es que no
tenga nada que decirte, sino que ya te lo he dicho todo (cap. 19)
Brújulas
que buscan sonrisas perdidas
empieza con la disyuntiva del protagonista de si cuidar o no, en sus últimos
días de vida, a su padre que padece Alzehimer y se muere de cáncer. Por un
lado, él no desea cuidarlo porque fue un mal padre en su infancia, mientras que
por otro se cree en la obligación de hacerlo porque se lo prometió a su madre
en su lecho de muerte. A partir de ahí, Albert
Espinosa va desgranando su historia y de la misma forma que ya hizo en Si túme dices ven lo dejo todo, pero dime ven va desvelándola poco a poco, según lo va necesitando
contar el personaje para que lo entendamos.
De
esta forma una historia en apariencia tan sencilla, se lee como una novela de
misterio, al tiempo que nos va regalando perlas que son realidades, que son
reflexiones, que son verdades como puños. Porque…
“Somos traumas de la infancia: lo que nos prohibieron,
lo que no nos dieron, lo que nos obligaron a aceptar y
lo que nos
arrebataron crean nuestro carácter”
-----------------
“Hay gente en este mundo especialista en destruir tus
esperanzas.
Se dedican a
ello sistemáticamente”.
-----------------
“Es curioso la gente que has visto hacerse mayor ante
tus ojos…
cuando eres pequeño parecen inquebrantables, de una
pieza…
Y con los
años… te das cuenta de que no son irrompibles, les ves las fisuras”.
En
mi opinión, Brújulas que buscan sonrisas perdidas es un magnífico libro que
junto a Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven merece que lo
tengamos en nuestra biblioteca para volver a leer una y otra vez.
Y
vosotr@s, ¿habéis leído Brújulas que buscan sonrisas perdidas?
¿qué os ha parecido?
Próximos
libros en #CdL El invierno del mundo de Ken
Follet y El cumpleaños secreto de Kate
Morton.
Os
recuerdo que os quedan unos días para apuntaros a mi SORTEO!!
Besazos!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario