Muy buenas!!
Hoy vuelvo a hacer un parón, pero no para repasar
lo aprendido, sino para escuchar qué tiene que decirme mi cuerpo.
Así, como no hace mucho me paré a escucharle cuando
me decía qué alimentos necesitaba y cuáles no le venían bien (aquí), hoy voy a escucharle a ver qué me
tiene que decir cuando siente algún tipo de rechazo.
Cuando somos bebés tenemos muy claro
qué nos gusta y qué no y lo hacemos saber a los que nos rodean y estos actúan
en consecuencia cubriendo nuestras necesidades. Pero según vamos creciendo, por
la educación que recibimos, en muchas ocasiones debemos de reprimir nuestros
gustos o apetencias y “tragar” con aquello que no nos gusta.
Y aunque con el tiempo acabamos
haciendo y hasta aceptando cosas que no nos apetecen nada, no nos gustan e
incluso a veces rechazamos sin que nos pase “nada malo”, nuestro cuerpo sigue sintiendo ese rechazo inicial, se
resiente y de una forma u otra nos lo hace saber para que le pongamos remedio,
peeeero…. ¿le escuchamos?
Va a ser que no. Nos encontramos
cansados a menudo, nos duele la cabeza, nos sale una úlcera, ... y creemos que
estamos enfermos, cuando en realidad es nuestro cuerpo dándonos un toque de
atención.
Así que para saber cómo nuestro cuerpo
nos hace saber que siente rechazo hacia algo, el ejercicio que acompaña a este
paso consiste en…
Pensar algo que sepamos que nos frustra
de verdad, que ante lo que somos conscientes que rechazamos totalmente. Hemos
de revivir mentalmente una experiencia en la que nos hayamos visto ante dicha
situación, persona o lo que sea. Una vez que sintamos ese rechazo, hemos de
centrar nuestra atención en nuestro cuerpo, ¿qué sentimos?, ¿nos duele alguna
parte?, ¿notamos tensión en alguna zona: el cuello, la mandíbula?
Esa misma reacción es la que sentimos
cuando rechazamos algo de forma instintiva.
Ahora ya sabemos cómo reacciona nuestro
cuerpo cuando nos quiere decir que no le gusta algo o alguien y que estamos
actuando contra nuestro propio instinto.
El tener esta información tan
importante sobre nosotros mismos, nos sirve para que cuando sintamos esa
reacción de nuestro cuerpo actuemos en consecuencia.
Unas veces, no podremos hacerle caso a
nuestro cuerpo y tendremos que asistir a esa reunión familiar que sabemos que nos va a producir una
jaqueca horrible. Eso sí, como ya estaremos
avisados pues con echar Tonopán al bolso y en cuanto empiece a dolernos la cabeza nos lo tomaremos.
Otras veces, tampoco podremos hacerle
caso cuando ante la incompetencia ajena nos
haya caído en la oficina un trabajito (cual manzana envenenada) y notemos que la mandíbula se nos empieza a poner tensa y el hombro se
nos empiece a agarrotar. Pero como,
ya estaremos avisados pues nos lo intentaremos tomar con filosofía, tomarnos unas cuantas tilitas al día y recompensarnos a la salida con algo que nos guste hacer para darnos un premio.
Pero también, otras tantas veces,
cuando empezamos a notar la reacción
de rechazo de nuestro cuerpo, podemos hacerle caso y evitar dicha
situación, persona o lo que sea que nos
lo produce y así… curarnos en salud,
que la medicina se va a poner muy cara en el futuro, ja, ja, ja.
¡¡Adivina adivinanza!! ¿Quién sabe
escuchar a su cuerpoooo?
Sí, lo reconozco ese “nos/…mos“ es un pelín, bastante
mayestático.
Y es que este paso ya hace tiempo que
lo descubrí yo solita y solita lo di.
Porque una cosa que aprendí hace tiempo
es que si no escucho a mi cuerpo, si no me cuido yo, si no me quiero yo…
¿¿quién lo va a hacer mejor??
Así que, de vez en cuando hago un paro
voluntario para escuchar qué me tiene que decir mi cuerpo, cómo se siente, qué
necesita y… si puedo evitar algo que rechace, lo hago, y si no… procuro primero
minimizar las consecuencias físicas al no poderle hacer caso y luego resarcirlo
por los “inconvenientes” ;-P
Y vosotros, ¿habéis escuchado a vuestro
cuerpo?, ¿cómo reacciona ante lo que rechaza?
Pues escuchadle, escuchadle y le oiréis
decir que….¡¡Quiere participar en el SORTEO que hago!! Ja, ja, ja.
Besazos!!
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