Muy buenas!!
Después del repaso del último día (repaso que
espero que llevarais mejor que yo), continuamos el camino levantando la vista
de nuestro ombligo para mirar más allá.
¿Os
habéis percatado de que a veces vamos por la vida sin ver? ¿O que hemos
mantenido una conversación o discusión en nuestra mente con una persona y
cuando, por fin, la tenemos delante empeñados en que la conversación discurra
por los derroteros que habíamos imaginado, no nos paramos a escucharla y
soltamos nuestro discurso para luego quedarnos con cara de tontos si nos
responde “tienes razón, si era lo que
venía a decirte”?
Y
es que es como si viviéramos en dos mundos, uno (el emocional) que existe sólo
en el interior de nuestra cabeza y otro (el físico) por el que se mueve nuestro
cuerpo, y raramente se conectan.
Yo,
reconozco, que soy mucho de vivir en mi mundo interior. Voy por la calle,
pensando en mis cosas, haciendo mis elucubraciones o mis castillos en el aire,
que llego a los sitios y no sé cómo he llegado a ellos, es que ni siquiera
“veo” a la gente con la que me cruzo, por eso le tengo dicho a todo el mundo
que si me ven por la calle y me cruzo con ellos sin saludarme, que no se lo
tomen a mal porque aunque parezca que les estoy mirando, ¡es que ni les veo!.
Sin
embargo, conozco a gente que vaya donde vaya, siempre, SIEMPRE se encuentra con
alguien conocido. Y no es porque conozca a más o menos gente que yo. Lo que
pasa es que esas personas centran su atención en todo aquello que les rodea,
están más pendientes del mundo físico. Probablemente si en algún momento en que
les creamos abstraídos les preguntemos en qué están pensando, sean de las que
contesten que “en nada”, ¡y sea cierto!
Luego está el caso de mi madre, que vaya donde vaya
siempre se encuentra dinero tirado en el suelo, ja, ja, ja.
Y como todo en esta vida, hay que dejarse de
extremismos y encontrar el justo equilibrio. Ni hay que vivir siempre dentro de
nuestro mundo interior, ni centrar nuestra atención constantemente en todo lo
que nos rodea, o saltar de un extremo al otro.
Para Disfrutar del Momento, hemos de estar en
contacto con el Presente y para ello hemos de conectar nuestro mundo interior
con el exterior, el mundo “emocional” con el mundo “físico”. Si conseguimos
dominar esta habilidad, que haya un feedback
entre ambos mundos habremos ampliado
nuestros horizontes.
El ejercicio práctico que acompaña a este paso consiste
en establecer una conversación amistosa con alguien. Mientras escuchamos a la otra persona, hemos de ampliar nuestros horizontes intentando centrarnos tanto en
nuestras sensaciones físicas como en las emocionales ante lo que nos está
diciendo, así como en lo que nos rodea. El objetivo es poder pasar sin
problemas de las sensaciones que estamos experimentando a las palabras de la
otra persona y viceversa y ver cómo y de qué forma eso “afecta” a la
conversación.
Espero que los que viváis más tiempo en el mundo
exterior que en el interior me contéis cómo ha sido vuestra experiencia.
Para mí, que vivo en mi mundo interior más tiempo
que en el exterior os diré que ha sido una experiencia “rara”, algo así como
una experiencia extracorpórea. Me ha resultado muy raro el dejar de centrar mi
atención en mis sensaciones y sentimientos para ampliar mis horizontes mentales y centrarme no sólo en esa persona
y lo que me estaba diciendo, sino también en todo lo que rodeaba a la
conversación, me sentía en ocasiones como si lo mirara todo desde fuera, como
si fuera una espectadora.
Eso sí, también reconozco que el dejar de estar
centrada en mí misma, para centrarme también en la otra persona, lo que decía,
cómo lo decía, ha hecho que la haya discurrido por otros cauces diferentes a
los que suele transcurrir, lo cual le ha dado un carácter diferente e
interesante.
Porque el ampliar mis horizontes, el tener que
estar pendiente de conectar ambos “mundos”
ha hecho que sea más consciente del Presente
en el que me muevo.
Así que … a partir de ahora, intentaré quitarme las
orejeras con las que voy por el mundo para ampliar mi campo de visión y estar
más abierta a lo que me rodea. Vamos, que intentaré ser como los camaleones, y
con un ojo miraré hacia mi mundo interior mientras que con el otro miraré hacia
el exterior y así no que no se me pase por alto nada de nada, ja, ja, ja.
Y vosotr@s, ¿mantenéis el equilibrio entre ambos
mundos o andáis en alguno de los extremos?, ¿cómo os ha ido el ejercicio?, ¿qué
habéis descubierto con él?
Besazos!!!
Besazos!!!
¿Quieres continuar el camino? Ve al paso 22: Paros voluntarios
¿Quieres recordar
el paso anterior? Ve al paso 20: ¡Secretos! ¿Secretos?
O quizás prefieras
repasar lo andado hasta el momento… pasos 11 al 20
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