El cuerpo humano es asombroso. Por un lado, dadas determinadas circunstancias imperiosas puede aguantar límites insospechados. Por otro, puede llevarnos a un estado de apatía e inactividad total, cercano al de un vegetal!!
Me explico.
Hace unos cuantos, bastantes, demasiados años, entré a trabajar en una empresa a través de una Empresa de Trabajo Temporal. Mi contrato en un principio era de 4 horas diarias. Sin embargo, había allí una Secretaria de Dirección que por motivos “del puesto” entraba a las 8 de la mañana y salía a las 8 o 9 de la noche.
No sé a vosotras pero a mí me parecía una pasada, ¿cómo aguantaba tantas horas día tras día, semana tras semana y así durante años? Para mí, una batería defectuosa, algo así era incomprensible. No entendía cómo era posible que hubiera cuerpo que aguantara tanto desgaste.
Sin embargo, meses después me encontré que no sólo trabajaba de 8 a 8, sino que además cuando había que presentar algún proyecto a Concurso (lo cual era casi semana sí y semana también) había que quedarse hasta las 12 o más, e ir sábados, domingos, festivos y días de guardar. Y… lo más increíble es que el cuerpo respondió a las circunstancias y aguantó durante los 3 años (y ¡¡sin vacaciones!! al estar por E.T.T.) que estuve en dicha empresa.
Ahí me di cuenta que el cuerpo aguanta lo que le echen. En casos de necesidad saca reservas de no se sabe dónde y llega a límites insospechados.
Por el contrario, dejado a su libre albedrío el cuerpo tiende a la inactividad total.
Ya sabéis que yo para mantener la “batería cargada” estoy en perpetuo movimiento. No me puedo ni sentar a ver la televisión sin tener algo entre manos: una labor, un proyecto de scrap, …
Pues bien, he estado dos semanas con un catarrazo que casi me deja sin laringe y sin pulmones de tanto toser. Y claro como estaba tan hecha polvo, pues cuando llegaba a casita a tumbarme en el sofá, con una mantita y el mando de la tele a … vegetar. Además, una semana también sin ir al gym no fuera a ser que cogiera más frío.
Tras esto, lo lógico es que el cuerpo además de recuperarse, estuviera descansado y con energías recuperadas como para comerse el mundo, ¿no?
¡¡PUES NO!! El cuerpo lo que me pide es más inactividad. Me he tenido que “obligar mentalmente” a volver al gym (además tras una sola semana sin ir parecía que no hubiera ido durante meses que había perdido todo fondo físico). Y en casa, lo que me apetece es apoltronarme ante el televisor y … vegetar!!
Por ello este paso me ha venido que ni aposta.
Este paso consiste en que no nos dejemos caer en la inactividad, en que nos demos pequeños empujoncitos de vez en cuando, en que nos llevemos al límite y más allá. Así, cuando la propia vida nos lleve a situaciones límite estaremos mejor preparados física y mentalmente para afrontarlos.
Además si el empujón nos lo damos nosotros será a hacer cosas que nos gusten, lo cual nos motivará más.
Yo reconozco que llevo un año dándome bastantes empujoncitos: empezar y llevar adelante este blog, descubrir el scrap y volcarme en proyectos para desarrollar la creatividad, lanzarme al mundo del Maquillaje y hacer un Master,… Y aunque cuando me paro a pensar no sé de dónde saco ni las energías ni el tiempo, reconozco que me está haciendo tener un año maravilloso.
Así que… a seguir dándole empujoncitos. Que, ahora que he superado el catarrazo, ya tengo unos cuantos en mente para lanzarme de cabeza.
Y vosotras, ¿soléis daros empujoncitos o dejáis que la vida os de empellones?, je, je, je.
Besazos!!
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